miércoles, 16 de mayo de 2012

Prólogo

Despertares: El sendero de la memoria, así denominaron a su creación mis dos compañeros de ruta. Uno estudioso de la filosofía y talante filosófico. Ella estudiosa de las letras y cautiva de las mismas. Los dos a través de su texto nos comunican su pasión por la vida y la escritura, ejercicio mediante el cual desafían toda una tradición de ocultamiento de las emociones humanas. Escritura provocadora que se niega a ser cómplice de la práctica del silencio con relación a la escasa o nula educación sentimental de las personas, ya que ésta se reduce a un implacable “¡cállate!” no te atrevas a expresar lo que sientes…
“Escritura con rayos X” es a lo que nos enfrentamos, porque nos muestra lo que su sensibilidad y capacidad de observación han encontrado en la escena humana y ¡además! se atreven a escribirlo, a hacerlo público, a desocultarlo.
Hay que celebrar la reivindicación de la importancia del preguntar, a tal grado que nuestros autores consagran su primer apartado a tal tema. Las personalidades neuróticas que pululan en abundancia por doquier en el mundo contemporáneo son así porque han asumido una actitud pasiva y acrítica ante los males que les aquejan y prefieren seguir de largo antes que hacer una pausa y preguntarse si los males que les perturban son merecidos y queridos o si sería preferible vivir otra vida, aceptada y querida y no impuestas por tradiciones y costumbres. En el fondo la reivindicación del preguntar es la apuesta por la libertad. En un mundo constreñido y asfixiado por una serie de reglas que en algún momento han sido aceptadas, desde luego no por nosotros, y que sin embargo imperan y someten las voluntades de millones de seres humanos, es por la ausencia de un preguntar radical que ponga en cuestión y en vilo el orden de situaciones existentes. De ahí la bienvenida que le brindamos al recordatorio de la importancia de preguntar, de no quedarse callado. Hace daño.
La novela que mis amigos han logrado componer produce cierto malestar porque pareciera que de pronto el mundo que habitamos, la sociedad de la que somos producto, la familia que nos ha engendrado, guarda huesos en el armario, es decir, la “normalidad” sólo lo es en apariencia porque habitualmente nos cerramos a la contemplación de lo que realmente está sucediendo. Al ir avanzando en la lectura vamos de cierta manera despertando (a propósito del título) y nos damos cuenta que los adolescentes viven agobiados de problemas, ante los cuales los adultos no les conferimos ni la seriedad ni la importancia que para la juventud tienen, es preferible seguir de largo antes que hacer un alto; Ambos se detienen a reflexionar en torno a qué es la vida, para lo cual es lícito echar mano de la teoría del caos; nos enfrentan a reflexionar sobre la muerte y las diferentes causas que pueden desembocar en la misma: algún accidente, enfermedad o suicidio; y ya entrados en esa dinámica no se detienen ante nada, de tal manera que preguntarse por lo que otorga sentido a la vida es consecuencia del discurso iniciado, se aventuran algunas propuestas en torno al escabroso asunto de lo que proporciona razones o razón alguna para no “bajarse del mundo” antes de la estación que nos corresponde: la felicidad, el dinero, la fama, la amistad, el amor… que cada quien inicie su propia y vertiginosa reflexión… recuérdese que sólo tenemos una oportunidad para vivir y es ésta…
La novela que elaboraron a partir de su atenta mirada hacia los demás y de su capacidad para transmutar sus experiencias en palabra escrita, encierra una promesa y una enseñanza para aquellos que tengan el valor de avanzar en la lectura de la misma. Buen viaje.
Benjamín Lezama Alcaide

Obertura dialogada

Dos inteligencias embriagadas del oficio de la letra algún día coincidieron oportunamente en sus trayectorias. Se dijeron uno al otro:
    ¿Cómo estás? ¿Qué te parece si te lees esto, y haces un cuento por cada capítulo?
    ¡¿Qué…?!
    Sí, ésta es una estrategia didáctica que yo he trabajado durante tres años con mis estudiantes de Filosofía. Empezó teniendo sólo 17 preguntas, las cuales abordaban siguiendo el recorrido que va de la mayéutica a la polémica. Terminó con un contenido de 68 preguntas en 12 temas. Ahora tengo un proyecto muy ambicioso al que te quiero invitar. Escribir una novela constituida por 13 capítulos, y que cada uno de ellos sea un cuento.
    Pues sí. Tienes razón, es un proyecto muy ambicioso (Este hombre está loco. Escribir un cuento es sumamente difícil y entre dos, más. Pero voy a seguirle el carrete a ver qué sale. Le diré que sí, pues ya sé que a las primeras páginas se va a dar cuenta de que es complicadísimo lo que pide).
    Podemos empezar por un capítulo y si funciona, le seguimos. ¿Estás de acuerdo? (No sé ni en la que me estoy metiendo, pero quién quita y pega ¿No?).
Eligieron iniciar con la escritura de uno de los capítulos del centro de la novela. Extrañamente las cuatro manos comenzaron a saltar fluidamente en la melodía de las teclas de un computador. ¿Por qué funcionó?
 Porque los dos sabían ceder.
¿Ceder? ¿En qué?
Compartieron sus conocimientos, engarzaron su creatividad hasta que no fue claro cómo los vocablos se acomodaron en armonía, confundiendo su origen. Ya no sabían quién era el dueño de cada uno de ellos. La mayoría de las oraciones las empezaba uno y las terminaba otro. Ninguno quiso imponerse. Simplemente se pusieron a bailar con palabras, a jugar, a disfrutar.
Es que la competencia arruina las relaciones. No se trata de ganar ni de perder, sino de dejarse llevar por el remolino de los pensamientos y las pasiones.
 Sí, para escribir se necesita pasión. Lo que hicieron suena fácil. ¿Pero a ver, siéntense ustedes a hacerlo?
Un día los vi envueltos en el despertar de la memoria; dos buenos hermanos jugando como duendecitos. Ya llevaban trecho caminado en el laberinto de la enseñanza y la amistad. Ambos compartían el mismo espacio y el mismo sentir.
    ¿Por qué crees que coincidimos?
    Porque estamos locos. ¿O no?
    Nos preocupan cosas similares. No importa que se entrecrucen las palabras, siempre llegamos a un acuerdo, yo siendo filósofo y tú literata. Cada quien exponiendo su punto vista a sabiendas de que el otro lo va a escuchar con respeto.
    Hasta este diálogo introductor lo hemos creado entre los dos. Lo que no puedo negar es que esto a mí me divertía. ¿Y a ti?
    A mí también; me embriagaba esa explosión de preguntas que nos llevaban a las fronteras de lo más íntimo. Por eso decidimos escribir una novela distinta.
   ¿Por qué es diferente esta novela?
   Porque lo que buscamos es apegarnos a la realidad actual de un adolescente de bachillerato con cuestionamientos que van desde su mundo cotidiano hasta la filosofía más abstracta. No queríamos personajes ñoños, es decir, que vivieran situaciones imaginarias, sin sexualidad, sin palabras altisonantes, sin odios.
   Pero además, intentamos que este texto funcione como una estrategia didáctica y no sólo como narrativa, por tal motivo hemos mantenido el apéndice que aparece al final, así como las notas al pie de página. También hemos puesto seudónimo a los nombres de nuestros conocidos para respetar su anonimato.
   Tampoco queremos llegar a conclusiones últimas, sino que buscamos generar en el lector una tormenta de dudas y reflexiones propias acerca de los temas tratados.
   Podríamos afirmar que ante todo este escrito quiere ser ¡¡UNA PROVOCACIÓN! ¿Te animas a leerlo?

Este diálogo empezó a partir de tu problemática de adolescente. Pasea en el sendero que te llevará por distintas temáticas. Piensa que las preguntas formuladas por este par de locos te invitan a navegar en el océano de tu propio yo para llegar al enigma del Ser y del Ser Humano. ¡Buen viaje!

Capítulo I. La pregunta.

En el silencio total de las profundas miradas, la niebla se esconde detrás del verdor de las hojas. Lupe mira su escuela recostado en una de las ramas más elevadas del fresno que adorna uno de los jardines aledaños al lugar donde su preparatoria surge del caos de la urbe, de la explosión de sonidos, de bocinas, llantas, y estruendosos escapes, pero su mente se encuentra sumergida en la más hermosa de las ninfas, se deja llevar por los fragmentos del Cantar de los Cantares:
¡Qué hermosa eres, amada mía,
qué hermosa eres!...
Tus labios como un panal,
destilan miel; miel y leche
hay debajo de tu lengua...[1]
Óscar irrumpe sus pensamientos y los sueños que elevan a Lupe a las inalcanzables estrellas.
    ¿Qué onda? ¿Por qué tan clavado? ¿Qué lees?
    El Cantar de los Cantares.
    ¿Qué maestro te pidió que lo leyeras?
    Ninguno. Lo encontré en la Biblia que mi mamá lee todas las tardes. Ya ves que es evangelista. Pero me llamó la atención porque mi profesor de Filosofía me dijo que ese libro estaba lleno de reflexiones filosóficas, y quise corroborarlo. Y el de literatura me dijo que es uno de los poemas escritos más antiguos que se han encontrado. Leímos algunos fragmentos en clase y quedé fascinado. Aunque yo no sé si existen ángeles, dioses o demonios, me parecen fuera de la realidad. Recuerda que mi pasatiempo favorito es leer. Me lleva a mundos mágicos que me permiten escapar de tanta estupidez humana. ¿¡Ya viste!?
    ¿Qué?
    Esa diosa flotando en medio de la explanada. A una mujer como esa debieron escribirle estos versos.
    Sí, es bonita, pero de seguro es hueca. Ha de tener palomitas en el cerebro.
    Pero si es una bella flor blanca de celeste mirar, que hechiza este momento de locura. ¿De dónde viene tanta belleza?... ¿Qué es belleza?... Amigo mío.
Lupe no atina a moverse, maravillado y horrorizado de tanta hermosura. Un rayo le revienta las entrañas....tan tan tan.......tan. Brinca el corazón y un suspiro escapa de lo profundo de su pecho... ¡Aaaah! Todo se detiene frente al dulce caminar de esas torneadas piernas que la chica luce con toda vanidad en esos jeans entallados. El tiempo se demora a su alrededor. La chispa de luz en los ojos de ella perfuma hasta el último rincón del universo.
El grito fulminante de la vieja histérica vestida de policía lo regresa a su terrena existencia.
    ¡Bájate de ahí, te lo he dicho una y mil veces. Qué no ves que te vas a matar!
    No estoy molestando a nadie. Y no me voy a caer. A poco cree que soy tan tonto.
    ¡Qué te bajes te digo o voy a pedir que suban por ti!
    ¿Y por qué me he de bajar si no se me pega mi regalada gana? Yo también se lo he dicho una y mil veces. No moleste vieja metiche. Váyase a ver quién entra y sale, que para eso la contrataron.
Mientras se rebelaba al regaño Lupe resbala un tramo del árbol sin causarse daño alguno, pero con fuerte susto. La escuela entera ya tenía la atención puesta sobre él.
Lupe piensa para sus adentros “Carajo, creo que la vigilante tenía razón. Por poco me caigo”.
    ¡Ya ves, te lo dije, bájate ya!
Lupe en su interior cuestiona ¿Por qué todo el mundo se mete en lo que no le importa haciendo tediosas llamadas de atención cuando ni lo pelan a uno? Tan a gusto que estaba, y ahora tener que entrar a mi clase a escuchar al viejo cascarrabias que me da clase de Física. Con lo que me chocan las ciencias.
Durante la clase Lupe interroga mucho desesperando al profesor con preguntas fuera del tema:
    Maestro, ¿por qué los cristales son transparentes?
    ¡No Lupe, por favor, no empieces, estamos hablando de otra cosa!
Todo el salón se burló con un entonado y apagado  ¡Aaaah! Lupe piensa “¿Por qué a la gente le molesta preguntar? ¿Qué no saben que no hay preguntas estúpidas? ¿Por qué me miran como si fuera un idiota? ¡Carajo! Yo quiero saber ¿por qué los cristales son transparentes? ¿por qué las burbujas son redondas? ¿por qué hay arena en las playas? ¿por qué el vapor del agua es blanco? ¿por qué existimos?[2] Para eso estoy en la clase de Física ¿o no? El profesor ya va a empezar con sus mugres formulitas que nada dicen del sentido de la realidad. ¿Y por qué a la gente le incomoda responder? ¿Será que no sabe, que tiene miedo a decir que ignora la respuesta? ¿Por qué? Si todos los seres humanos estamos llenos de ignorancia. Nuestra sabiduría es un granito de arena en la inmensidad del conocimiento. ¿Será que nos quedamos con las respuestas que nos dieron nuestros padres, nuestra sociedad y nuestra religión, cuando éramos pequeños? Me gustaría saber si Dios existe o ¿alguien lo ha visto? Y si lo ha visto que nos lo presente para quitarnos de dudas.
Navegando en el océano de su mente Lupe pregunta a Óscar ¿tú has visto a Dios?
    No, pero mi madre dice que está en una flor, en la sonrisa de un niño, en un grano de mostaza.
    ¡Chale! Entonces quisiera meterme en la mente de aquél que cree.
    ¿A poco crees que te puedes meter en la mente de alguien como un trueno que cruza su alma, su espíritu, para penetrar en sus sueños más recónditos, o en sus deseos? La gente desea que exista Dios, o alguien en quien recargar sus dudas y vacíos. Al menos eso creo yo ¿Y tú?
    Yo creo que ya me enamoré. No puedo dejar de pensar en Mariana. Mi dios es Mariana, porque así se llama la chava, ya lo investigué, ella es poesía en movimiento. Venus o Afrodita le quedan chicas. Es la más bonita del Olimpo y de la Tierra.
    ¡Ya bájale Romeo! Ni que fuera para tanto. Es una chava como cualquier otra, pero te gusta, eso es todo. Además me dejaste con la respuesta a medias. A ver ¿tú que crees?
    Si... no puedo penetrar la mente de alguien ¿cómo saber si está alucinando o si realmente tiene experiencia de que Dios existe? Tal vez el que está alucinando es el que cree tener la experiencia de que Dios no existe. Pareciera que Dios no existe al contemplar la soledad del ser humano, la guerra, el hambre ¿O son necesarias para que el humano valore su existencia? ¿Quién de los dos, el creyente o el ateo tiene una vivencia real, y cuál delira? ¿Quién de los dos huye de sus vacíos y de lo que no puede entender? ¿Se puede saber esto? No... no lo puedo saber.
Por otro lado me pregunto si la orientación sexual es algo con lo que se nace. Nos han dicho que a los hombres siempre les gustan las mujeres y a las mujeres los hombres ¿siempre tiene que ser así? Y para el colmo nos dicen que eso es lo natural. Pero cuando veo a los perros y a otros animales no estoy tan seguro. Como que ellos no distinguen mucho la diferencia de sexos, le entran y ya.
    Tal vez el sexo es algo construido socialmente ¿o no?
    ¿Y si es algo determinado por la naturaleza? o ¿quizá una mezcla de ambas?
    Sea lo que sea, es un arte.
    La sociedad, la realidad y el mundo que nos rodea ¿existe? o ¿estamos metidos en la Matrix? Como la película que en algún momento estuvo de moda.
    ¿Tienes algún contacto directo con la realidad?
    Quién sabe. Todo lo capto a través de mis sentidos y mi lenguaje. Parece que nunca contacto con las cosas y con los otros en sí mismos, sólo me dejo llevar por la sensación e ideas que atraviesan mi mente. Tal vez habito en la conciencia de algún ser o de un no ser. Quizá ni siquiera soy libre, estoy atrapado en otro que no soy yo, pero como siento todo lo que él hace y piensa, como si fuera yo, creo que él es yo. ¿Quién soy en realidad?
    ¿Cuánto es cuatro más cuatro?
    Pues ocho, todo el mundo lo sabe.
    ¿Cómo lo sabes si haces dos minutos no lo tenías en la cabeza? Pudiera haber un genio maligno que te haga contar mal. Es decir, que los conocimientos que has adquirido no sean más que un simple engaño ¿Lo tienes claro?
    Es cierto, no lo sé. Entonces todos mis recuerdos podrían ser un implante que me metió un ser extraterrestre o un científico loco, porque tampoco me son inmediatos.
    ¡No mames. Qué locuras piensas. Ahora si te la jalaste! Mejor ya clávate en la clase.
    Pero ¿te das cuenta Óscar? lo único que tengo es este instante que ya se fue, porque ya lo tengo que recordar, y además también este instante es una mera construcción en mi cabeza.
Para ubicar a Lupe en la realidad, señala el profesor. -¡A ver muchachito! ¿Y los ejercicios de la clase? Te la pasas fuera de este mundo, papando moscas, por eso vas tan mal en la materia.
    Si profe, ya estoy por terminarlos.- Al momento Lupe pensó “Pinche viejo, como chinga”.
Esa tarde lluviosa de verano Lupe caminó sin rumbo por calles, parques, callejones e incluso colonias desconocidas por él, envuelto en la profundidad de sus pensamientos, acompañado de su inseparable amigo Óscar. Su llegada a casa fue casi trágica, pues toda la familia estaba preocupada por su ausencia, ya era muy noche y Lupe no aparecía. Empapado, lodoso y con la mirada perdida en la nada, entró.
    Hijo ¿dónde andabas? Mira nada más cómo vienes. Te vas a enfermar.
    Anduve caminando por ahí ma, pero estoy bien, se me hizo un poco tarde.
    ¿Un poco? Cabrón, si ya son las diez de la noche y tú sales a las dos de la escuela. ¿Qué carajos hacías? Ni siquiera le avisaste a tu madre. Seguro te fuiste con tus amigotes, lo que quiero saber es a dónde.
    No me fui con nadie pa, anduve solo, pensando.
    Pensando... pensando... ¿pensando en qué pendejo?
    En porqué a la gente no le gusta preguntar.
    ¡Otra vez con tus idioteces. Ya vamos a cenar!
La madre de Lupe rápidamente pone la mesa mientras su padre como todas las noches se sienta a leer el periódico.
    No se sabe qué pasa en este país. Ya cada quien hace lo que se le pega la gana. Una huelga estudiantil, un mitin de homosexuales, un paro de obreros holgazanes, una marcha campesina que para la ciudad. ¡Ya no hay respeto por las leyes y las autoridades que nos rigen!
    ¿Por qué estás en contra de los que manifiestan su pensar y su necesidad? ¿Qué te han hecho?
    ¿Qué no te das cuenta de que todo eso está mal, o eres pendejo?
    ¿Y por qué está mal?
    ¿Cómo que por qué?
    Si pa. La gente tiene derecho a expresarse, porque si no todo sería una tiranía.
    ¡Qué tiranía ni que ocho cuartos! Lo que nos hace falta es el rigor de un jefe de Estado que le ponga fin a toda esa bola de vagos que sólo les muestran a los jóvenes como tú desfachatez y flojera. Por eso se pierde la juventud. Deberían de pasarles el cuchillito para que aprendieran a respetar, o de una vez se callaran para siempre.
    Yo no creo eso, pa. Yo pienso que la gente debe ser libre de hacer lo que quiera, siempre y cuando no pase sobre los derechos de los demás. Esa sería la mejor manera de vivir ¿O no estamos en una democracia?
    ¿Por qué dices tantas tarugadas? ¡Come! Se te está enfriando la cena.
La merienda transcurre en un silencio pesado. Cada miembro de la familia de Lupe, encerrado en su mundo, intenta alejarse de su propia realidad en el sin sentido de los cambiantes ruidos de la televisión, que más que abrazarlos en el calor del hogar los aísla cada día más, abriendo un insondable precipicio entre ellos. Al terminar, Lupe y su pequeño hermano suben a su recámara para consultar a la confidente de sus más íntimos pensamientos. A media noche el pequeño Luis se despierta inquieto.
    Lupe, Lupe, ¿estás dormido? Tuve una pesadilla.
    Otra vez Luis.... ¿Y ahora qué?
    Soñé que un árbol me atrapaba en sus ramas y tenía mucho miedo ¿Por qué los árboles crecen?
    Todos crecemos Luis, hasta los árboles, porque también están vivos.
    Yo no quiero crecer porque no sé qué es la vida ¿Tú si?
Lupe se queda callado y regresa a los pensamientos que lo mantuvieron ocupado toda la tarde.
    Luis interrumpe nuevamente ¿Por qué piensa así mi papá?
    No lo sé. Ya duérmete.
El sueño escapa y Lupe vuelve a sus reflexiones. Se sienta en la orilla de su cama y se da cuenta de que algunas de las preguntas que se hizo horas antes ya habían encontrado su cauce. ¡Órale, ya tengo la respuesta! Dice excitado, al mismo tiempo que salta de la cama para caminar por la recámara, a pasitos pequeños, con la vista en el piso. Con tronido de dedos y movimientos en los brazos expresa su emoción, en uno que otro luminoso instante.
 ¡Por supuesto! —se decía a sí mismo—. La gente no se atreve a preguntar porque ha perdido el asombro que tienen los niños como Luis. Ya no se detiene ante las cosas sencillas de la vida, como el observar la suave caída de una hoja en otoño o los destellos de color de una nube navegante, negra, amenazante en el mar del firmamento, o bien, sentir las cosquillas de traviesas ramificaciones del pasto en los pies, mientras la fuerte brisa juega a chocar con los cabellos y los enreda a su antojo. Y es que el asombro es demora, y la demora es hacer el amor con los instantes. Las personas viven en el torbellino de las imágenes, llevadas por la ansiedad de sus vacíos. Nunca satisfechas, porque siempre están fuera de sí mismas. ¡Ya no saben cómo acurrucar el alma dentro de sí! Lo que quiere decir que la humanidad se extravía cada día más en las recónditas laderas del abismo laberíntico de este mundo torcido, en donde el ogro manipulador devora sus corazones, con ideas como aves de rapiña que aniquilan su ser. Y lo peor... mi padre está entre ellos. Alguien a quien hace pocos años admiraba y creía un semidiós, ahora lo descubro como un simple mortal... ¡No sabe cómo plantear una pregunta de forma clara y coherente! Porque si no se sabe plantear una pregunta de forma clara y coherente, nadie nos puede entender. Parte de supuestos falsos porque cree que si no le doy la razón soy un pendejo. No se da cuenta lo importante que es saber preguntar, no sólo a los demás, también a sí mismo. Yo creo que ni siquiera lo piensa. Creo que no sabe cuestionarse porque nunca ha preguntado, porque no se preocupa por enriquecer su lenguaje, no se detiene a pensar en sus interrogaciones. A veces sus preguntas ni siquiera lo son, son afirmaciones disfrazadas de preguntas. Es imprudente porque sus aparentes preguntas no van de acuerdo con la situación. En vez de procurar un espacio con nosotros, que lo vemos tan poco, llega mentándole la madre a todo mundo, no se preocupa por lo que siente cada quien. En suma, no sabe comunicarse.
    ¿Por qué tan desvelado?- pregunta Óscar con una risa traviesa en la mirada.
    ¡Cómo chingas! Ya cuando las reflexiones alcanzaban su clímax...
    ¡Ya párale Einstein! Mejor duérmete, chance mañana la Marianita se digne a darte por lo menos una mirada. Y además dale también chance a tu jefe, sabes que no es muy listo, lo único que lee es el periódico. Ya ves cuántas broncas tienes cuando le pides para un libro, dice que sólo pierdes el tiempo porque te la pasas leyendo, que no haces nada de provecho.
    Cuando uno pregunta debe estar abierto a escuchar a los demás y a respetarlos para ver el abanico de posibilidades que se abre ante nosotros, eso también es asombro. Preguntar no siempre es filosofar, eso lo entiendo bien, pero todo filosofar conlleva el arte de preguntar. Él cree que porque soy joven no pienso o no tengo un criterio para entender lo que pasa en mi país. Pienso que para hacer una buena pregunta o dar una buena respuesta hay que ser abierto, crítico y honesto, cualidades de las que dista mi padre.
    ¡Qué ya carajo! Está bien, la filosofía es diálogo, es pregunta, es respuesta argumentada acerca del principio y el fin de todas las cosas… pero ya párale y vete a dormir.
    Es que la gente no reconoce su ignorancia. Es más, no le gusta reconocer nada. Pero insisto: la sabiduría del hombre más sabio es un granito de arena en la inmensidad del conocimiento, y el reconocerlo es el cimiento de la verdadera cultura. Y qué es el conocimiento sino un conjunto de creencias fundamentadas en buenas razones.
    Sí, Sócrates, sí, son las tres de la mañana y te tienes que parar a las 6. ¡Vas a estar mañana con los ojos de zopilote, ¡Zopenco!
    ¡Vienes, me interrumpes, y luego me mandas a dormir. Vete al averno...güey!
    ¡Lupe… despierta…. Lupe!.
    ¿Qué quieres Luis.....?
    Lupe, Lupe, me oriné en la cama, quise llegar al baño, de veras, de veritas, pero no alcancé. No le digas nada a mi mamá porque la última vez me puso a lavar las sábanas.
    Shhh.... no grites, todo mundo se va a enterar, le diremos que fue Firulais… ¡Carajo… todo fue un sueño!


[1]El Cantar de los Cantares, 4,11.
[2]Varias de las preguntas que aparecen en este capítulo fueron retomadas de las clases de la Profesora Nora Cruz Valverde, a su vez, ella parte de la lectura de El mundo y sus demonios  de Karl Sagan.

Capítulo II. Baches en el alma.

Las bofetadas estuvieron de a peso, no era la primera vez, con ellas entendí que mi héroe se había muerto, sólo me quedaba un hombre que se decía mi padre, quien descargaba su ira sobre mi cara, que dejaba no marcas en la piel, sino en el alma, que se alejaba de mí a cada golpe. ¿Seré igual que mi padre cuando crezca? Espero que no.
       Lupe, con la cara ensangrentada por una escandalosa hemorragia en la nariz, a la que ya casi estaba acostumbrado por los cambios de humor de su padre, dejó escapar poco a poco un llanto tartamudo que dobló su delgado cuerpo, se le atoró en la garganta. Su alma se infló, explotó en lágrimas dentro de un pesado silencio, en la penumbra de su cuarto. Óscar lo cubrió con las tibias cobijas de sus brazos, acompañándolo en sus sueños. De pronto, Lupe despertó, su mejor refugio era pensar, pensar, pensar y... hablar… con Óscar, era como ir de viaje a la habitación más recóndita del castillo del alma en el reconocimiento de sí mismo. Las heridas aún latían en su piel entumida ¿Por qué su padre lo golpeaba de esa manera si él no bebía, no fumaba, no robaba ni asesinaba? “¿Qué demonio atormenta a mi padre? ¿Qué oscuridad lo habita? ¿Por qué siendo tan cercano a veces me parece un desconocido, un extraño, un intruso, un extranjero? ¿De qué deformidad o torcedura me ve hecho para aplastarme, pisotearme, insultarme?”
    Te lo mereces por andar reprobando matemáticas. Sabes que a tu padre eso le molesta mucho ¿Para qué no estudias?
    Carajo Óscar, estoy de acuerdo en que merecía una llamada de atención ¿pero pegarme así? Parecía una máquina irrefrenable de madrazos.
    Pero es que tú no entiendes, no quiere que te pase lo mismo que a él. No pudo con la carrera por las matemáticas. Acuérdate que quería ser un ingeniero brillante, destacado, y terminó siendo un simple burócrata calificado, frustrado.
    ¿Y yo por qué tengo que pagar sus frustraciones?
    Muy sencillo, porque eres su hijo, y no hay nada más fácil que vivir una vida frustrada a través de la de los hijos. Tu papá te quiere, pero es un tipo que no se sabe comunicar si no es por medio de la violencia, la manipulación y las amenazas.
    Yo no quiero ser como él. Si algún día llego a tener hijos en vez de pegarles voy a hablar con ellos de sus verdaderos problemas.
   ¿Y cuáles son los verdaderos problemas de los jóvenes?[1]
    La drogadicción, el alcoholismo, el tabaquismo...
    Espérate, espérate ¿Tú haces todo eso? ¿Solamente los adolescentes padecen esas adicciones?
    Yo no lo hago, no me gusta, además veo que no sólo los adolescentes tienen esos malos hábitos, también los adultos y hasta los ancianos.
    Entonces esos no son los verdaderos problemas que hacen ser a los jóvenes, jóvenes.
    Ya entendí lo que me estás insinuando, quieres ir a la raíz del problema, al origen.
    Fíjate en la mayoría de los anuncios publicitarios, se encargan de dar a la población una información equivocada. Hacen pensar que sólo la gente joven es susceptible de drogarse, de alcoholizarse, de fumar, como resultado pensamos que los problemas que definen a la juventud, al puberto, al adolescente son estos hábitos, pero no es así.
    ¿Cómo veías a tus padres cuando tenías cinco años?
    Como dioses. Yo quería ser como mi padre, no me importaba qué fuera: albañil, doctor, burócrata, todo lo que hacía me parecía fascinante. Pero ahora que ya he crecido todo se ha desmoronado. No me entiende, no me escucha, no habla conmigo.
    ¿Que pasaría si siguieras viendo a tus padres como dioses e imitaras todo lo que hacen como cuando eras pequeño, como tu hermanito Luis?
    Nunca llegaría a ser yo mismo, pues no seguiría mi propio camino, sino el de ellos.
    Por eso te rebelas. Te estás buscando a ti mismo ¿Y no es la rebeldía un problema común y natural de los adolescentes?
    Claro, tienes razón. No son los otros problemas. Además de la rebeldía ¿que otros problemas ves?
    ¿Qué vas a ser cuando crezcas? ¿Imaginas tu vida en 20 años?
    No.
    ¿Ya sabes qué quieres estudiar?
    Ciencias no, pero aún no sé exactamente qué quiero.
    ¿Eres independiente económica y emocionalmente?
    No. A veces quiero que me traten como a Luis, que me consienta mi mamá. A veces tengo flojera y quisiera no ir a la escuela y pasármela en los juegos de Internet. Otras, me gustaría que me sirvieran el desayuno en la cama, que me dejaran ver las revistas pornográficas y masturbarme todo el día sin que me dijera mi padre que me van a salir pelos en las manos, o mi madre dejara de gritarme ¡“ya salte del baño ¿qué tanto haces?”! Ni siquiera me dejan terminar una a gusto.
    Todo lo que me dices demuestra que aunque quieres independencia, libertad, seguir tu propio camino, sigues siendo un niño porque no sabes qué buscas en la vida, y sigues dependiendo de tus padres.
    Ya me chingaste, si es cierto. ¿Estar desubicado es otro problema común?
    Así es mi querido amigo. Mira que listo eres. Pero todavía nos falta al menos uno. Justo el que acabas de describir ¿a poco un niño de tres años se quiere acercar a una revista porno o hacerse una chaqueta?
    No, nunca lo he visto. Creo que a esa edad ni siquiera se piensa en eso, lo que quiere decir que la sexualidad es otro de los problemas que compartimos los chavos y las chavas, aunque a ellas se les reprime más. Terriblemente se les enseña que está mal, llenándolas de culpa.
    ¿No será que es parte de la educación de antaño? Porque alguna vez en un texto de historia en el que se hablaba de la época victoriana leí que las mujeres con sus maridos no debían sentir placer, que sólo las prostitutas, hoy llamadas sexo-servidoras, podían disfrutar su sexualidad y darle satisfacción a los hombres que las frecuentaban. En cambio los hombres entre más aventuras tenían más hombres eran. Pero sigue siendo igual ¿no?
    Carajo, pobrecitas. Si, sigue siendo igual. Con razón mi tío Manuel dice que hay muchas viejas mal cogidas que andan con su jeta todo el día, y que no se saben entregar, pero en realidad él es un tipo frustrado en el amor porque se ha topado con cada vampiresa que le chupa la sangre y la cartera cada vez que puede, así que quizá no sea una buena referencia.
    Yo también escuché a mi mamá decirle por teléfono a una de sus amigas que los hombres, con la educación de machos que les dan, no se toman el tiempo para seducir adecuadamente a su pareja, parece que quieren ir a lo que van sin previa introducción, casi casi como si se quisieran hacer una chaira, dejando a la chava tan caliente como un boiler.
    Y aunque estos problemas no son exclusivos de nosotros los chavos si se empiezan a manifestar en esta etapa, y constituyen la esencia, la raíz de la problemática del adolescente.
    Ya compusimos el mundo con nuestra conversación.
Días antes de los exámenes finales nos enteramos que habían corrido al profesor de Literatura, al principio no supimos porqué. Era una persona carismática, buen profesor, se la pasaba entre chiste y chiste explicando la lengua y a sus hablantes. Era imposible contener la carcajada, sin embargo si aprendíamos, lo único que le critico es que no nos ponía actividades, se comportaba como un cómico de la tele que nos daba su espectáculo sesión a sesión. Después nos enteramos que lo despidieron porque faltaba mucho a clases, y eso se debía a que bebía en exceso ¿cómo una persona noble, inteligente, simpática, con talento puede arruinar su vida por un mal hábito? Tampoco les he contado que se metía drogas: marihuana, cocaína, piedra, etcétera, etcétera. Se le notaba en la mirada, los ojos vidriosos, hinchados como de mafioso lo delataban. Algo le había nublado la mente tanta porquería que se metía, pues de repente a media clase olvidaba de lo que estaba hablando y nos preguntaba. Se justificaba diciendo “no he dormido bien, ustedes disculparán”. Como era tan agradable no nos importaba tanto, sólo nos reíamos. Nos comentaron las secres de Servicios Escolares que entregaba tarde las calificaciones y que no hacía ningún reporte. Tenía muchos proyectos, pero todos los dejaba a la mitad. Su maldito vicio, como un ave de rapiña, se carcomía su gran genio. Era un hombre con muchos problemas.
La bella Mariana, a la que yo amaba secretamente, era mi gran problema ¿cómo un problema puede ser bello? Ella a su vez también tenía problemas, era la víctima de todas las clases, era a la única a la que le llamaban constantemente la atención, pues se la pasaba con el espejo en la mano y platicando con sus amigas, a las que los maestros apodaban “las cotorras” porque generaban una envoltura de barullo, risas y chismes que como un suave sonido perturbaban las clases. Para los profesores eran una pequeña piedra en el zapato, que al inicio no molestaba, pero con el tiempo los hacía explotar de rabia. Y aunque a mi también me sacaban de onda no puedo negar que eran muy divertidas. La clase de literatura oscilaba entre la gracia del profesor, sus enérgicas llamadas de atención que nadie se las creía porque hasta él mismo se reía de los comentarios de “las cotorras”, y lapsos brillantes de él que dejaban un silencio encantador. Sin embargo he pensado ¿qué pasaría si la gente no tuviera problemas? Porque todos los tenemos de un modo u otro.
    No creceríamos, seríamos débiles, inmaduros, al primer problema que se nos presentara nos desmoronaríamos, porque no lo sabríamos enfrentar.
    ¿Entonces qué sentido tienen los problemas?
    Pues nos permiten crecer, madurar, hacernos fuertes. Y saber levantarnos de nuestras caídas.
    ¿Qué es lo más importante de un problema, el transcurso o la solución?
    La solución.
    Tú vas a estudiar Física, una maestría en Física Atómica, un doctorado en aceleradores de partículas. Te vas a casar con la primera chava que pase por tu puerta y vas a tener tres hijos.
    ¿Por qué si no me gusta la Física?
    ¿No querías una solución? Ya la tienes, ya te resolví la vida. A ver, otra vez... ¿qué es más importante el transcurso o la solución?
    Pues el transcurso.
    Piensa que llevas tres días sin comer, absolutamente nada, ni agua, ahí ¿qué es más importante?
    Ya te agarre la onda. Depende del tipo de problema. Si es existencial, como el sentido de vida, lo que somos, nuestros proyectos futuros, entonces lo más importante es vivirlos día a día y transcurrir con ellos. Pero si es un problema de una necesidad inmediata, básica, como vestirse, comer, ir al baño, bañarse entonces lo más importante es la solución. Aunque a veces cuando cubrimos esas necesidades y tenemos el tiempo para realizarlas holgadamente estas actividades se pueden tornar en placeres que vale la pena vivir y gozar a plenitud durante su transcurso.  ¿A poco no te sientes bien cuando vas a cagar a gusto, o a comer, o a bañarte....?
    ¡Claro....! Además creo que también hay ocasiones en que no sabemos con exactitud qué tipo de problema sufrimos. Por ejemplo, el alcoholismo y la drogadicción de mi profesor requieren de una solución inmediata, sin embargo, no puede ser eficaz si no hay un proceso de reconocimiento del problema. En su caso es más importante la solución, pero también es importante el transcurso. Y hablando de problemas ¿qué vas a hacer con esa bajísima calificación en matemáticas?
    No quiero otra madriza, todavía tengo moretones. Tengo que buscar la solución.
    ¡Ya sé! Pídele ayuda a Michelle, ella es muy buena en la materia, ya ves que hasta monitora del grupo es.
    Pero se burla mucho de mí junto con Jorge y la bola de patanes que están a su lado.
    Pero a veces te defiende.
    Voy a pensarlo, aunque también Liliana es buena. ¿Qué curioso verdad? Son mujeres las dos y entienden las matemáticas, aun cuando existe el mito de que éstas no son para las chavas. No me atrevería a pedir auxilio a ninguno de mis compañeros, todos me tratan mal, por mi nombre… “Lupe, Lupita”. Como si nunca lo hubieran escuchado.
    Pero es que también dicen que eres muy matadito, y eso es raro en un chavo de tu edad.
    Solamente en las materias que tienen que ver con las humanidades. Las ciencias me chocan, por eso no pongo atención, y me la paso haciendo dibujitos. Yo creo que es también por lo callado que soy.... no me gusta lo que hablan los demás, me parece soso, insulso, superficial, baboso.
    Cálmate Einstein. Más bien no te hablan por lo mamón que eres.
Un tranquilo parque cercano a su casa era el lugar favorito de Lupe y el pequeño Luis. Dos veces a la semana acostumbraban jugar en la resbaladilla, el pasamanos, volar en el columpio. De vez en cuando jugaban canicas, matatena, trompo, gato dibujado en la tierra, o saltaban en los juegos multicolor pintados en el piso. Todas esas actividades los acercaban entre sí, les hacían olvidar la diferencia de edades. Era un tiempo de fiesta suspendido en un sueño.
Luis, contrariamente a Lupe, era hábil en las ciencias, todo lo armaba y lo desarmaba, a veces sin obstáculos y otras dañando irremediablemente licuadoras, videocaseteras y otros aparatos eléctricos. Su mamá ya le tenía prohibido tocar los electrodomésticos, pero tal parecía que Luis no entendía, era inquieto y perspicaz, las prohibiciones lo incitaban más. Su inteligencia estaba fuera de su edad, por ello se sentía desadaptado. Algunos maestros habían dicho a sus padres que tenía que ir a una escuela especial, pues rayaba en un genio hiperquinético, no lo podían controlar porque cuando le preguntaban al travieso muchacho respondía brillantemente, burlándose de ellos. Sin embargo era muy cariñoso, siempre estaba al tanto de sus seres queridos, a los que sorprendía con dibujitos, espontáneos abrazos y curiosos detalles. Lupe lo comprendía muy bien, le causaban ternura sus arranques amorosos con pequeñas cartitas llenas de corazones, florecitas y animalitos, que entregaba a Alix, una niña que de repente los acompañaba en sus juegos. Los dos hermanos no compartían la misma lucidez, pero ambos brillaban de distinta manera. Frecuentemente Luis recogía pajaritos o perritos lastimados a los que cuidaba secretamente hasta que sanaban, los mantenía escondidos en un rincón bajo la escalera del edificio en el que habitaba su familia. Sólo Lupe sabía este secreto. Admiraba la constancia, el esmero de su hermano por atender a sus mascotas momentáneas, porque ese niño chiquito era capaz de quedarse sin comer por darle un trozo de carne a un perrito enfermo.
    ¡Gané todas las canicas, perdiste de nuevo Lupe! Grandes carcajadas se acumularon en la boca del chiquillo.
    Eres un tramposo, te aprovechas porque estás chiquito. Y si te hago algo me acusas con mi papá.
    No te enojes, te doy la mitad de las canicas que te gané, pero si me haces algo si te acuso con mi papá.
    Ahora verás, maldito escuincle burlón.
Con grandes zancadas Lupe comenzó a perseguir a Luis, que corría despavorido entre risas sarcásticas diciendo “¡Te ganeeé... te ganeeé! En ese momento pasaba por ahí Michelle, detuvo abruptamente a Lupe, que no podía dejar de sonreír por las travesuras de su hermanito.
    ¿Qué haces Lupe?... ¿Qué te pasó en la cara?
El temperamento de Lupe súbitamente cambió. La sangre se le heló con la pregunta. No quería contestar, pero la lengua lo traicionó.
    Me pegó mi papá porque reprobé matemáticas. Siempre que pasa me golpea.
    ¡Qué poca madre! Te dejó como boxeador. Conmovida, la chica abrazó cálidamente a Lupe -No te preocupes, yo te ayudaré con la materia-.
El arropamiento que recibí de esa extrovertida y al mismo tiempo sensible compañera de escuela me hizo percibirme frágil... pero bien. Por primera vez...  me sentí realmente acompañado.


[1]Pregunta tomada de las clases del profesor Alfredo Almazán.